1 oct 2014

LOS NIÑOS MUERTOS

Cada día nos atrapan por los pies y se deslizan hasta nuestro corazón 
para apretárnoslo y clavarnos sus garras. 
Son esas noticias que aparecen día tras otro contándonos como mueren.


Niños indefensos. Mueren a causa de las bombas. Mueren a causa del hambre.
Mueren por falta de medicinas, de agua, de amor.
Niños maltratados por sus padres, niños vendidos, niños prostituidos,
niños violados, niños para uso y disfrute de adultos.

Niños inocentes.

A la hora de la cena nos asaltan las imágenes en los telediarios.
Niños buscando en las basuras, niños sujetos por madres alocadas en mitad de batallas campales, Niños en soledad en sus chabolas, esperando a que sus padres lleguen de vender chatarra.
Niños sin ropa, sin zapatos, sin lavar.
Niños que olvidan en el asiento trasero de un coche y mueren deshidratados.
Niños que son abandonados en contenedores,
Niños que son asesinados apenas comienzan a respirar.
Niños encontrados en bolsas de basura,
Niños con cuerpos y almas rotas. Niños olvidados.
Niños que no volverán a serlo jamás. Niños que no serán.

Y cada uno de ellos me duele como si fuese mío. No puedo evitarlo.

Me duelen en el vientre como si los hubiese parido.
Me duelen como un desgarro interno lleno de alaridos.
Me duelen como me duelen los hijos que no he tenido,
los que no habré de tener.
Me duelen como duelen los hijos cuando se ha sido madre.
Cuando se han llevado dentro. Cuando has generado vida.
Cuando has visto esa vida cara a cara.

Me duelen como me duele la mía.
Me duelen por toda esa humanidad que no se duele de ellos,
que no se apiada de ellos,que los maltrata, que los envilece, que los mancilla, 
que los mata, que los deja morir.
Me duelen porque todos los niños duelen como si fuesen propios.

Y, cada día, ese dolor se hace más insoportable.

27.10.2007-
Desgraciadamente, este texto aún sigue teniendo vigencia





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