Las situaciones de violencia, cuyos efectos muchas veces
se dejan ver u oír en la escuela, no pueden ni deben ser
ignoradas ni justificados.
El dolor de las víctimas no puede ni
debe ser silenciado.
Sin embargo, la comprensión y el abordaje de
las situaciones en las que los niños son víctimas de maltrato
son de una gran complejidad.
Ante estos hechos, la escuela
tiene una responsabilidad no solo legal, sino también emocional.